domingo, 17 de agosto de 2008

Ese ritual de volver al Callao


CONFIESO QUE HE VIAJADO: MARIO DELGADO VASQUEZ

La colorida fisonomía de esta histórica ciudad peruana recostada sobre el Pacífico, en el relato de un hombre de teatro. El puerto, las calles y sus personajes. Las leyendas de piratas y los sabores. FORTALEZA DEL REAL FELIPE. EN LA CIUDAD DEL CALLAO, UBICADA A 14 KILOMETROS DEL CENTRO DE LIMA.

Mario Delgado Vásquez, nacido en Perú, es director de teatro. Presentó en el Cervantes "Los ríos profundos", de José M. Arguedas.

En cinco horas se vuela de Buenos Aires a Lima, antigua sede del virreinato, afamada "ciudad de los reyes" y única capital americana sobre una bahía al Pacífico. A 14 kilómetros del centro está el Callao, caleta de pescadores preincaicos que, con sus muelles y renovados locales para beberse un pisco, tiene recorridos entre su gente oriunda, los chalacos. Ellos contribuyen a darle vida a las barriadas populares del Torreón de San Felipe, bastión militar que los españoles erigieron durante la conquista con ambientes de gran estilo palaciego. Pocos saben que después de décadas de nuestra independencia de 1821, España intentó recuperar con un prolongado asedio marítimo, sus posesiones en América, hasta que se libró el 2 de mayo otra gran batalla donde participaron chilenos, ecuatorianos y argentinos. Ahí murió un tío nieto de mi abuela.

El Callao se vuelve una inexcusable visita porque guarda, para muchos de nosotros, esos diversos sentimientos, y añade el orgullo de haberse separado de la capital y ser nuestra única provincia constitucional. Hace años, ofrecieron tierras a inmigrantes italianos, alemanes, turcos, judíos y negros lo que acabó produciendo un ambiente con una mezcla fenomenal de culturas de diversas partes del mundo. En mi familia originaria había andaluces viñateros de Montilla, quienes vinieron a explotar oro y plata del cerro de Pasco, y se volvieron enriquecidos: nos quedamos los pobres. Además, se cuenta que entre muchos aventureros que desembarcaron, fue el pirata Drake quien asaltó el Torreón con su bandera negra de las tibias cruzadas y, después del saqueo, eludió la persecución navegando hacia Inglaterra, por el cabo ártico de Buena Esperanza, hazaña con la que completó la vuelta al mundo. La reina lo hizo noble, ya que semejante travesía era apenas la segunda vez que se efectuaba.

De mi padre marino mercante, me viene la afición de recorrer estos barrios del puerto, detenerme a conversar en el mercado y disfrutar al paso, de una variedad de platillos, como los anticuchos (corazón de res ensartados y a las brasas). Ahí se prepara un reconocido cebiche a base de pescados frescos, cocidos exclusivamente con el jugo de un limón especial y dejado en sazón, al menos una noche. Tiene su momento culminante cuando en el fondo del plato sopero sólo resta un líquido blancuzco ultrapicante, que pocos comensales se animan a beber y que llamamos "leche de tigre".

Recorriendo estos coloridos ambientes populares, con artesanías en cerámica y multitud de tejidos a mano, es imposible no toparse con los chinos. Se especializan en camote frito con carne de chancho asada y suculentos chicharrones. En las cantinas conocidas como chifas, se saborea una comida del mismo nombre y auténticamente peruana, ya que es una original preparación que sólo cocinan nuestros chinos aclimatados. Lo importante es el preparado con condimentos locales, que logran un sabor único.

A los 15 años zarpé con mi padre y pude admirar desde la distancia nuestra costa. Por las noches él me enseñó a contemplar la inmensidad del cielo estrellado, donde uno se vuelve aún más pequeñito bajo semejante misterio, oyendo el acompasado rumor de las oscuras olas que rodean la nave, al extremo de sentirse perdido en el espacio.

Diario el Clarín

domingo, 10 de agosto de 2008

Grupo teatral Cuatrotablas merece artículo en diario argentino


Nota Informativa 650 – 08La Embajada del Perú en Argentina informó de la publicación, en la sección de espectáculos del diario “Clarín” de Buenos Aires, de una reseña titulada “Los matices de una tragedia”, referida a la puesta en escena de la obra “Arguedas, los ríos profundos”, en el teatro Cervantes de dicha ciudad.El artículo, firmado por Juan José Santillán y que puede consultarse en http://www.clarin.com/diario/2008/07/espectaculos/c-00701.htm, señala que la puesta en escena es una “creación colectiva que construye una mirada histórico/poética sobre la identidad del Perú (...) Y desde ese mestizaje, surge un lenguaje teatral que explora los matices de una tragedia cultural y social”.

Lima, 08 de agosto de 2008

Actividades del Sector Relaciones Exteriores(08/08/2008)

viernes, 8 de agosto de 2008

Los matices de una tragedia


El grupo Cuatrotablas, dirigido por Mario Delgado Vázquez, y una mirada histórica y poética sobre la identidad del Perú.

Por: Juan José Santillán
Fuente: ESPECIAL PARA CLARIN

Con Arguedas, los ríos profundos el grupo peruano Cuatrotablas, dirigido por Mario Delgado Vázquez, inicia una trilogía basada en la vida y obra del escritor José María Arguedas. En ese marco, la novela Los ríos profundos es la principal fuente de esta creación colectiva que construye una mirada histórica/poética sobre la identidad del Perú. Una investigación de tensiones entre lo andino y lo europeo; el castellano y el quechua. Y desde ese mestizaje, surge un lenguaje teatral que explora los matices de una tragedia cultural y social.

En Arguedas... los cuatro intérpretes -Fernando Fernández, Flor Castillo Alama, José Carlos Arteaga y Juan Maldonado- elaboran el entramado de una danza de canciones quechuas y tópicos andinos. Polifonía de voces que abordan el recorrido de un personaje: Ernesto. Y éste, a su vez, irradia otros, incluso, al propio Arguedas ya que el texto devela aspectos biográficos del autor peruano.

Si Los ríos... es una novela de formación, con un personaje adolescente deslumbrado por la geografía peruana hasta su adultez; la puesta de Cuatrotablas gravita sobre el movimiento y el constante traslado de los personajes. Un virtuosismo que algunos actores del elenco, principalmente Flor Castillo Alama y Fernando Fernández, desarrollan con mayor precisión.

De ese modo, con una escenografía de mínimos elementos, los actores desdoblan constantemente la temporalidad y las acciones que desarrollan en escena. Estos virajes son bruscos y no permiten una elaboración lineal de la anécdota. Esta propuesta no se inscribe en una didáctica de las fisuras tercermundistas, o en un pintoresquismo indigenista; el grupo indaga, más bien, la esencia de voces y rituales de un tiempo perdido.

El espectáculo trabaja, con una asesoría dramatúrgica de Fernando Olea Vargas, los tres primeros capítulos de la novela: "El Viejo", "El Viaje" y "La Despedida". Pero también incorpora el discurso No soy un aculturado, que Arguedas escribió por el premio Inca Garcilaso de la Vega en 1968. Sin embargo, el escritor se suicidó un año después de su consagración. De allí, que el viaje de Ernesto decante una tragedia latente aún en los momentos de mayor despliegue y belleza que alcanza el espectáculo.

Diario el Clarín

martes, 5 de agosto de 2008

Festival ''Perú en Buenos Aires'' se celebró con gran éxito en Argentina

(Nota de Prensa 250-08)
Lima, 5 de agosto de 2008

Con un homenaje al cajón peruano en el barrio de Recoleta se puso fin al festival “Perú en Buenos Aires”, llevado a cabo durante todo el mes de julio en la capital Argentina, organizado por la Embajada del Perú y el concurso de diferentes asociaciones representativas de la comunidad peruana y el Gobierno bonaerense.

Durante el evento se pudo apreciar exposiciones de pintura como las de Fernando Bedoya y del arequipeño Juan Carlos Zevallos; así como importantes muestras fotográficas como “La Papa: Tesoro del Perú” por el Año Internacional de la Papa; y, “Biodiversidad, Amazonía Peruana”, ambas desarrolladas en el Centro Cultural Borges.

Otra de las actividades que concitó gran interés fue la presentación del grupo de teatro “Cuatrotablas”, cuya versión “Los Ríos Profundos” de José María Argüedas convocó a un nutrido público en el prestigioso Teatro Cervantes, mereciendo elogiosos comentarios de la crítica especializada.

En el campo de la música, se realizó un homenaje a Chabuca Granda, al recordarse 25 años de su fallecimiento, bajo la dirección musical de Lucho Gonzales. Además, hubo recitales de las cantantes peruanas Martina Portocarrero, Sandra Peralta, Luz María Carriquirí y Miryam Quiñones.


Boletin de New York

viernes, 1 de agosto de 2008

“Lo permanente es el cambio”


TEATRO › MARIO DELGADO VAZQUEZ, DIRECTOR DEL GRUPO PERUANO CUATROTABLAS. Mario Delgado Vázquez se centró en la novela Los ríos profundos.

El grupo limeño realiza por estos días una breve temporada en el Teatro Cervantes con la pieza Arguedas, los ríos profundos, exploración del universo literario de un autor al que consideran más influyente que el Inca Garcilaso.
Por Cecilia Hopkins

“Para nosotros lo único permanente es el cambio”, define Mario Delgado Vázquez, director del grupo peruano Cuatrotablas, en su primera visita a Buenos Aires. Formado en 1971, el conjunto limeño está haciendo una breve temporada en el Teatro Cervantes con su montaje Arguedas, los ríos profundos. Los actores son cuatro (Fernando Fernández, Flor Castillo Alama, José Miguel de Zela y Juan Maldonado), pero podrían haber sido tres o uno solo; la metodología de trabajo del grupo consiste en que cada intérprete conozca el rol de los demás tanto como el suyo propio, de modo que, llegado el caso, la obra podría transformarse en un unipersonal. También cambian para Cuatrotablas las condiciones espaciales de la representación: desde su estreno, en 2006, el grupo ha realizado este montaje tanto para 3000 personas, a cielo abierto, como para 14 espectadores, en su propia sala. “Tenemos unas cuatro versiones, éste es un espectáculo plástico que va mutando todo el tiempo”, afirma el director en diálogo con PáginaI12.

Asistido en su labor dramatúrgica por el especialista Fernando Olea, el director se centró en los primeros tres capítulos de Los ríos profundos, la segunda novela que José María Arguedas escribió en 1958, con la idea de concretar con el resto de la obra una trilogía que se llamará “El suicidio de un país”. Durante la obra, con el libreto en la mano y a un costado del escenario, Delgado Vázquez dice el texto junto a los actores, a veces musitándolo y otras, como si tuviese la intención de formar un canon: “Asumo el rol del autor, de Arguedas, pero también el mío, como creador del espectáculo”, aclara. La idea de estar junto a los actores aun cuando no establece conexión con ellos tiene que ver, según explica el director, con el hecho de mediar en la transmisión de las imágenes del escritor a los intérpretes. El espectáculo fue concebido, según Olea, a modo de “concierto de jazz y calidoscopio, porque reúne la novela, algunos fragmentos de las cartas, los diarios y uno de los discursos de Arguedas (‘no soy un aculturado’) pronunciado cuando recibió el Premio Inca Garcilaso”.

Cuatrotablas ya formó a siete generaciones de actores peruanos. Desde sus comienzos fue contestatario pero independiente a ultranza: “Ibamos con todos los que nos llevaban hacia un público popular, fuesen maoístas, trotskistas o comunistas”, enumera el director. “Pero también íbamos con los burgueses si nos llevaban a sus lugares: creíamos en el arte por el arte y eso nos ocasionó muchas críticas, de la derecha a la izquierda. Pero así nos reafirmábamos nosotros”, sostiene. Acostumbrados a generar su teatro desde la experimentación grupal, Cuatrotablas comenzó hace varios años a indagar sobre la obra de Arguedas, icono de la identidad peruana. Considerada “un poderoso drama ético y cultural”, Los ríos profundos es una ficción autobiográfica que narra la vida de Ernesto, un niño que, como el propio autor, se crió entre indios, mestizos y señores blancos, en “una sociedad bilingüe, dividida por ancestrales barreras étnicas y de clase”. En viaje junto a su padre, Ernesto mantiene un intenso vínculo con el paisaje que le revela su peregrinar por el Perú profundo.

–¿Quién es y qué representa Ernesto?

–El niño Ernesto (un alter ego del propio Arguedas) tiene una ternura infinita y una mirada un poco loca. Vive intensamente, imagina, siente a su país y se conmueve en profundidad. Nosotros, como grupo, nos sensibilizamos como él, nos ernestizamos.

–¿Cómo es el país oficial?

–Es el que se resiste a asumir al nuevo Perú. El que estaba representado por la costa que no quiere mirar la sierra. Eso ya se acabó. Aunque es cierto que a veces el viejo país está en la cabeza de la gente. Hoy Perú es un país nuevo que está en crecimiento: se está haciendo un esfuerzo enorme de conducción para no volver nunca más atrás.

–¿Tienen confianza en sus políticos?

–Creo que los políticos son el mal necesario. La idea de gobierno, por definición, parece que es siempre mala, a no ser que sea el gobierno del pueblo, de todos para todos. En términos de comportamiento o actitudes, Alan García ha tomado decisiones atroces. Pero en términos de economía y desarrollo está permitiendo que el Perú fluya. Lo importante es que los de abajo no perdamos la esperanza por ese país más grande de lo que puede representar un presidente.

–¿Qué representa Arguedas hoy?

–En términos de identidad, fue más que César Vallejo o el Inca Garcilaso. Se ha hablado mucho sobre sus dramas psíquicos o sexuales, de sus lesiones emocionales profundas. Arguedas fue criado por su madrastra, en la cocina, junto a los indios y hablando quechua. Luego descubre que su padre es blanco y de ojos azules y es por eso que entiende haber vivido dos mundos en una época en la que el blanco era un soberbio y el indio estaba totalmente abandonado. Hoy las cosas están cambiando, se van integrando ambas culturas. Hoy, si alguien insulta a los indios desde el Congreso se levanta todo el país, es un escándalo. Arguedas habla de la violencia, la ternura y la dulzura de este mundo vivido por él.

–¿Porqué llamarán a la trilogía “El suicidio de un país”?

–Cuando tomamos a Arguedas lo hicimos por el mismo hecho de que se suicidó. En Perú hemos perdido todas las guerras, tenemos el drama de Atahualpa y todos adentro tenemos al Inca, como padre ausente. Se ha dicho que somos huérfanos de Estado por la falta de protección que sufrimos a nivel cultural. El espectáculo hace referencia a un cierto espíritu tanático que tiene el Perú del que ya deberíamos liberarnos. Venimos de un paisaje muy oscuro. Pero al inmolarse, Arguedas se transforma en el símbolo máximo, porque con él muere el viejo país.

Diario PáginaI12 de Argentina

Visión poética y mágica del mundo andino

Una gran propuesta del grupo peruano Cuatrotablas. Una puesta con virtuosos actores.

Arguedas, los ríos profundos.

Intérpretes: Grupo Cuatrotablas de Perú (José Carlos Arteaga, Juan Maldonado, Fernando Fernández, Flor Castillo Alama). Asesoría de dramaturgia: Fernando Olea Vargas. Asesoría musical: María Rosa Salas. Asesoría técnica: José Miguel de Zela. Diseño de iluminación: Beto Romero. Adaptación y producción: Beatriz Iacoviello. Dirección general: Mario Delgado Vásquez. En el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815). Jueves, viernes y sábados, a las 19, y domingos, a las 18.30. Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: muy buena

El punto de partida del espectáculo del grupo peruano Cuatrotablas es la novela de José María Arguedas Los ríos profundos ; pero, fundamentalmente, el germen de esta nueva producción de una de las compañías más destacadas de América latina está en la concepción de una creación que, al cabo de tres décadas, repara en la tradición andina, la lee desde un tiempo contemporáneo conflictivo, caótico, y lo devuelve desde la escena con una limpieza singular, conmoviendo el espíritu y proponiendo una seria reflexión acerca de la actual condición humana.

Arguedas, los ríos profundos sintetiza de manera trascendente la narración original. El pequeño Ernesto inicia un viaje singular describiendo en su camino una relación fuerte con el paisaje, con personajes que devienen figuras emblemáticas a la hora de hacerle comprender la realidad. El niño sigue el camino que lo lleva a la adultez y también a la oscuridad. Eso lo va haciendo reconocer el mundo original y confrontarlo con este otro, el que se ha transformado, deformado, que lo insita a insistir en su necesidad de reparar en el río, donde la pureza parecería contenerse y nunca contaminarse.

Siguiendo la estructura de estampas que caracteriza a la novela, el espectáculo va provocando al espectador en sus sentimientos más íntimos. La escena es despojada, sólo los intérpretes y algunos objetos van construyendo un mundo onírico, siempre potente, que hará descubrir una y otra vez ciertos condimentos antropológicos desarrollados en su justa medida. En un extremo del escenario el actor observa las pequeñas figuras de unas catedrales y sus palabras resuenan con fuerza y la imagen se agiganta; una mano extiende una piedra y con las palabras de otro intérprete se devela algo profundo; la voz de la imponente actriz Flor Castillo Alama vibra desde las entrañas y cierto dolor conmueve al espectador.

Cuando el viaje del pequeño Ernesto se detiene, algo de la magia que ha dominado la escena quedará instalado en la platea. Pero, para descubrirla, cada uno tuvo que haberse dejado llevar. La historia es pequeña, los intérpretes unos excelentes guías. El máximo valor está en esa gran intención de descubrir y valorar el cosmos, con mucha profundidad y sensibilidad.

Carlos Pacheco
Diario La Nación de Argentina