Brecht ha sido tomado de rehén por Cuatrotablas. Avisen a todos los compañeros. Ese Brecht que quiso decir tanto a la juventud del mundo ha sido tomado de rehén por un grupo de teatro que acaba de cumplir 35 años. Antes, cuando Brecht gozaba de plena vigencia, lo visitó y agitó sus banderas. Ahora lo toma preso y lo secuestra. Brecht tiene que decir algo "sí o sí" o se muere. Está en manos de unos actores que son sus propios secuaces. Lo esgrimen de la forma más antojadiza, más fatal, lo acuchillan para que hable y Brecht soporta estoicamente la tortura. Los actores se ponen micros inalámbricos, se desnudan, susurran, hablan a media voz, entrecortan sus textos...Pero Brecht está ahí soportando estoicamente, de pie ante la multitud como un gigante.
Hace un rato era Arguedas en Cajamarca.
Ahora es Brecht, solo, en el FITECA.
Tanto Arguedas como Brecht viven en las voces de estos actores...En las voces entrecortadas por la emoción.
Viven a pesar de ser niños.
Niños que juegan al teatro.
Niños con 35 años de experiencia.
Por momentos se juntan para conversar (Brecht y Arguedas); uno rehén y otro ideólogo. Se juntan y lo hacen todo posible:
La Revolución
La Amistad
El Amor
La Belleza
Helena Huambos usa su voz para atemorizar a Brecht, y el gigante no se inmuta. Son sus palabras un remanso de sentido en otro contexto Brecht la mira con indulgencia. "Ya llegará el día Helena, ponte la voz". Le dice como le diría Vallejo.
Y Helena se pone la voz al hombro y va por el camino del teatro, seduce a la gente, la gente la mira y no saben que es Helena Huambos, que está ante la multitud de incógnita. Que canta con su voz y los acaricia y no tiene sentido esperar la respuesta del público. Esa multitud está en otra.
Pero Helena insiste, se sube a un andamio. Tose. Se santigua.
El teatro ha muerto, señores, Viva ! el teatro.
El grado cero del brechtianismo se ha producido, Viva Brecht!!
Helena Huambos ha hablado. Brecht ha cerrado los ojos.
Ha dejado de existir.
Para ella, para su voz, se ha ausentado un instante.
Viene al FITECA a confundirse entre la multitud.
Este Brecht mutilado.
Y, sin embargo, quiere sobrevivir, en la voz cantada de Flor Castillo; en la piel, hecha piel de gallina de Miriam Fonseca; en su total inocencia. Quiere vivir y se aferra a la juventud de Marie Garga, su personaje, lo escruta, lo interroga, lo acaricia. Ella (Miriam Fonseca) quiere responder y no quiere.
Salta feliz, cuando tiene que llorar.
Baja la voz, cuando tiene que acentuar.
Se turba, cuando tiene que esperar.
Miente, cuando tiene que decir la verdad.
Sube, cuando tiene que bajar.
Cree, cuando tiene que pensar.
Pero ama, cuando tiene que odiar.
Tal es Brecht.
Tal es Brecht.
Que la mira con desconfianza.
La ama en el fondo, pero la odia.
Cuanto pudiera ganar desnudándose en escena, encontrando su momento; como lo encontró George Garga (Antonio Quevedo) simple, medido, pero contundente.
A él también lo miraba Brecht con verguenza ajena.
La espesura de las ciudades, la jungla de las ciudades.
Todo lo oscuro de la ciudad que hay que enfrentar para tener "suerte" en la "urbe capitalista".
Sale a flote, a duras penas.
Juan Maldonado sigue "llorando" el texto.
El es un actor brechtiano a su modo.
Increpa con la mirada, sabe que Brecht es más que la simple voz, mucho más. Su Arguedas está más introyectado que su Brecht. No ha tenido tiempo suficiente, luz suficiente.
Su "oriental" se le escapa de las manos.
No ha vivido nunca cerca de "el chino de la esquina".
Flor, canta y es dialéctica a su manera.
Fernando (Fernández) habla y es dialéctico a su manera. Fernando se adelanta al montaje de Mario (Delgado); quiere ser didáctico, se cuadricula, sufre marxistamente...
Se queda en la excepción y la regla.
No llega a la ternura del Alma Buena de Sechuan.
Pero habla con claridad.
Brecht sonríe con él.
Unos perros entran y hacen una coreografía en el espacio.
José Carlos Urteaga (narrador) ladra con dulzura para que se vayan. Ya pasaron los días de las performances de Cuatrotablas a la salida del Teatro Municipal, cuando cada actor tenía que sacar a relucir su miseria teórica y práctica, ante un público que se preguntaba ¿Y estos?
Como se preguntan cuando ven un espectáculo de Christian Franco y a Christian Franco nadie lo conoce ¿Y estos?
José Carlos Señalaba el horizonte.
Besaba a la multitud con besos volados.
Antes como ahora.
Hoy está puesto al servicio de un Brecht que está de rehén.
¿Será por ello que se le ve feliz en escena?
Brecht lo mira y tiembla.
Y, sin embargo, José Carlos Urteaga Castropozoes un gran actor.
Se multiplica.
Miente.
Inventa.
Rellena el espacio.
Lo ocupa.
Canta a su manera.
Se pone un reloj en la memoria.
Siente el tiempo y el sonido.
Observa.
Por eso Brecht le tiene miedo.
Por momentos es el actor que puede tomar el sentido exacto de lo brechtiano.
Marie Garga, espera.
Se turba.
Quiere inventar un brechtianismo que no existe (porque en el fondo no lo conoce y lo peor de todo no lo quiere conocer)
Brecht la mira con indulgencia...con amor.
Esta niña puede ser la Helene Weigal del presente milenio.
Suda.
Miriam explica sus razones de prostituta.
Se distancia.
Nadie le cree.
Miriam insiste.
Camina sobre las piedras.
Quiere mojar su pie en el agua.
Espera a horcajadas en el costado de la escena.
Se concentra.
Encuentra un signo, un símbololo hace suyo.
Por momentos Brecht la quiere acariciar.
La quiere convertir en su perrita.
Miriam no se deja.
Actúa a su modo.
Brecht la ve como la mujer del capitalismo que más sufre, pero la que más se aleona.
Brecht mira a la madre (Helena Huambos).
Ella se comporta como un ser de otro planeta.
No siente.
Recibe la plata del hijo y se la guarda con sumo cuidado.
Lo quiere y no lo quiere.
Se quiere a sí misma
(Como Madre Coraje)
Antes que haga eclosión la familia se consigue un trabajoa su edad.
Los personajes principales se enfrentan en un ring de box.
El público no entiende.
Brecht ha dividido las escenas en rounds de box
para que sea más claro el conflicto social.
Así lo entiende Mario.
La vida es una lucha permanente
Donde no siempre gana el más sabio ni el más capaz
Marie Garga finalmente se va con su padre a seguir siendo prostituta
Nada a cambiado...
perdón
¿Nada a cambiado?
Luís Paredes APCIT
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